
El mélomano, el audiófilo, el coleccionista.
La música despierta sensibilidades en casi todos, pero existimos algunas personas, que sin ser músicos precisamente, hemos desarrollado un vínculo muy especial, fuerte y profundo con ella, que nos ha definido y marcado nuestras vidas, pero ¿hasta dónde nos hemos involucrado o hasta que qué extremo hemos llegado? Esta pasión nos ha llevado a desarrollar alguna patología, una adicción o simplemente hemos llegado, sin darnos cuenta, a comportarnos de una forma por lo menos extraña ante los ojos de familiares o amigos.
Para gran parte de la sociedad la música está por ahí sonando convenientemente para su disfrute casual, se le escucha en la radio, al tomar una ducha, al ir en el auto o como parte del ambiente o en algún bar o restaurante para espantar ese silencio que normalmente incomoda; sin darnos cuenta por ahí está algún individuo anónimo mirando para arriba que ya identificó quien está cantando, quien tocando, cuando se grabó o a qué género musical pertenece esa melodía.
Se les suele identificar como melómanos a estas personas que han decidido saber más de la cuenta, que decidieron profundizar en esa sensibilidad, en convertirse en verdaderos sommeliers, degustadores pero no con el paladar sino con el oído. Generalmente, son personas que han adquirido gran cantidad de información, que han accedido a literatura y se han especializado en los géneros musicales que más les apasionan.
De estos melómanos la mayoría se transformaron en sendos coleccionistas de discos, algunos otros en exigentes Audiófilos, derrochando pequeñas fortunas en sofisticados y portentosos sistemas de audio para no dejar escapar el más mínimo acorde. Antiguamente, era obligatorio destinar una gran cantidad de recursos para pertenecer dignamente a este club, pues los melómanos no estamos dispuestos a escuchar lo que nos pongan en los medios: hemos asumido el control de lo que llega a nuestros oídos, nos encanta compartir nuestro conocimiento con nuestros afines, pero también somos egoístas e intolerantes con aquellos que osen desafiarnos… musicalmente.
Me llamó la atención como en un corto video, un furibundo coleccionista llamado José Danilo García definía la diferencia entre un melómano y un coleccionista: decía que un melómano es el que disfruta con lo que tiene, mientras que un coleccionista es el que sufre con lo que no tiene. He llegado a conocer colecciones personales increíbles que abarcan espacios enteros con miles de títulos, también he conocido audiófilos con equipos de alta fidelidad, finísimos (y costosísimos) con grandes conocimientos de acústica, que convierten sus casas en templos al dios de la música.
Al principio me costó aceptar la existencia de la nube, ese lugar virtual donde uno no puede tocar los discos, pero si escucharlos, usando esos servicios de streaming donde terminé afiliándome y accediendo a una cantidad absurda de música que nunca podré escuchar debidamente; pero tanta maravilla no se acerca ni remotamente a la experiencia de poseer una pequeña colección, de escuchar un disco mientras leo el librito, y luego lo guardo en su lugar, desde donde creo que me mira con sus compañeros de estante ansiosos de girar una vez más…
Aunque de audiófilo tengo mas bien poco pues no me puedo permitir el equipo que me merezco tal vez si soy un melómano quisquilloso y un pequeño coleccionista, eso no lo hace la cantidad sino la vocación, la pasión y el tiempo dedicado en investigar y aprender. Me doy cuenta inmediatamente cuando me encuentro con uno, por lo fácil que es volverse amigo de alguien que ama lo mismo que uno ama.
Amigos y amigas de la musiteca, les invito a escribir sus blogs musicales para publicarlos aqui: puede ser un top, analisis u opinion sobre los artistas o temas relacionados que más les interesen. no les podemos pagar por ello, pero si reconoceremos a su autor. Pueden enviarlo a: oscarpinzonf@gmail.com. Gracias.
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